Dios habló una vez, y yo lo escuché dos veces

Dios habló una vez, y yo lo escuché dos veces


“Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder, y tuya, oh Señor, es la misericordia; porque tú pagas a cada uno conforme a su obra”.

Salmos 62:11-12


La creencia popular nos enseña que cuando un hombre muere, inmediatamente recibe su recompensa. Si fue justo es llevado al cielo, pero si fue un pecador es llevado al infierno de llamas. Sin embargo, observe lo que Jesús dijo:

“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.

Mateo 16:27


¿Cómo puede usted armonizar esta declaración de Jesús con la creencia popular? Es todo lo contrario, a lo que Jesús dice.

En los Evangelios encontramos el relato de la transfiguración de Cristo, ¿será esto una evidencia de qué Moisés y Elías están en el cielo? Porque los discípulos que acompañaron a Jesús al monte los vieron: a Moisés y a Elías. Leamos:

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías”.

Mateo 17:1-4


Para entender mejor esto, consideremos la enseñanza que Jesús les dio referente al juicio en el capítulo anterior del mismo libro de Mateo:

“De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.

Mateo 16:28


Fue así que en el capítulo 17, Jesús cumplió lo que les había dicho a sus discípulos seis días antes. Solo Pedro, Jacobo y Juan verían en una visión a Jesús “viniendo en su reino”, para juzgar a la humanidad en justicia.

Sin embargo, ¿cómo sabemos que esto fue una visión y no un acontecimiento real? El versículo 9 nos lo confirma:

“Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos”.

Mateo 17:9


Entonces Moisés y Elías no se encontraban en el cielo y tampoco descendieron de allí a aquel monte. Este evento fue una visión para tres de los discípulos, sobre la segunda venida de Cristo, y no un acontecimiento real. Observe la similitud que hay entre la descripción de la transfiguración de Cristo y la apariencia que Él tendrá en su segunda venida:

“Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas”.

Apocalipsis 1:14-15


¿Piensa usted qué el tono de voz de nuestro Señor Jesucristo será amable y afectuoso para aquellas personas que lo han rechazado en repentinas ocasiones? Por supuesto que no. Su voz será cómo de una trompeta y Él les dirá:

“Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

Mateo 7:23


En la misma lectura del libro de Mateo, vemos que la respuesta de Pedro por aquella visión fue pedirle a Jesús: poder permanecer ahí y hacer tres pabellones, uno para Jesús, otro para Moisés y otro para Elías. Pero Pedro quedó sorprendido con lo que aconteció después:

“Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo”.

Mateo 17:5-8


Pedro se llenó de valor y se sintió atraído por aquella visión, por lo que trato de hacer algo por Jesús. Sin embargo, cuando oyó aquella voz que salía de la nube sintió temor, y también Jacobo y Juan. Después de este suceso Pedro entendió que había algo más importante, que hacer aquellos pabellones o tabernáculos. Eso más importante es poner en practica las enseñanzas de Cristo en nuestras vidas, para así alcanzar la cercanía con Dios, el Padre. Leamos:

“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”.

2 Pedro 3:11-14


El consejo es no dar cabida en nuestros actos hacia la inclinación al mal, sino mantener un buen comportamiento en el temor de Dios, y que esté libre de la influencia del pecado. Mantener nuestros pies lejos de los caminos, por los que transitan las multitudes de personas que permanecen inmersas en la vanidad de los tiempos, esto simboliza un cambio de conducta conforme a la voluntad de Dios.

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.

Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento.

Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos. Porque Jehová conoce el camino de los justos; más la senda de los malos perecerá”.

Salmos 1, Libro I, El justo y los pecadores.


Una persona de “doble ánimo”, se refiere a una persona que tiene su mente dividida entre su fe y el mundo, es decir, se inclina en dos direcciones distintas. Al leer las Escrituras podemos escuchar la voz de Dios que nos hace un llamado a la pureza en nuestros pensamientos y motivos, a quitar todo aquello que estorba en nuestra relación con Él.

“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”.

Santiago 4:8


Así como el apóstol Pedro, hoy en día encontramos miles de creyentes que desean hacer algo por Cristo. Sin embargo, cuando escuchan la voz de Dios, entonces se resisten en el cumplimiento de sus mandamientos. Algunos otros llenan su mente de factores disuasivos y distractores, creyendo que Dios se complace cuando ellos obedecen tan sólo una parte de lo que Él nos pide.

“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”.

Eclesiastés 12:13-14


Nuestro Señor Jesucristo vendrá por segunda vez y juzgará a cada uno conforme a sus obras. Él establecerá su reino aquí en la tierra por mil años, y a pesar de que su enseñanza es tan clara, muchos creyentes aún leyendo las Escrituras siguen creencias erróneas que dicen que cuando un hombre muere, inmediatamente recibe su recompensa. Una creencia contraria a lo que dice claramente la Santa Biblia:

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino”.

2 Timoteo 4:1


Habrá que detenernos un momento y poder reflexionar, ¿ya hizo Jesús su manifestación de su segunda venida? ¿Será que ya estableció su reino aquí en la tierra y ya no se encuentra a la diestra de Dios intercediendo por nosotros? Veamos lo que dice el libro de Daniel:

“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”.

“Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”.

Daniel 2:44; 7:26-27


Amigo lector, ¿está usted dispuesto a escuchar la voz de la nube desde donde habla Dios? ¿Está usted dispuesto a someterse a las instrucciones que Dios le está dando a través de su Palabra? El apóstol Juan al comienzo de su Evangelio nos señala cómo podemos llegar a ser Hijos de Dios:

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

Juan 1:12


Claramente dice quiénes son los Hijos de Dios y cómo se logra esto: Creer en Él y recibirlo. Eso implica una renuncia a una vida de pecado y un acercamiento sincero, humilde y genuino, sin condicionamientos, a vivir una vida conforme a su Palabra. No se trata de una religión, no se trata de lo que uno cree, no se trata de buenas obras, se trata de qué dice Dios. No hay otro camino:

“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo”.

Romanos 10:9


Deseo que la paz de Dios sea con los lectores de este pequeño mensaje:

“Misericordia y paz y amor os sean multiplicados”.

Judas 1:2


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