De los cuales el mundo no era digno
El servicio que nosotros hagamos a cualquier nivel dentro de la Iglesia de Dios jamás debe ser considerado como algo despreciable, denigrante, humillante o vergonzoso; por el contrario, es algo que nos ennoblece y nos dignifica. Un siervo de Dios es aquel que sirve a los demás, y lejos de haber algo degradante en ello, es una honra. Servir a la Iglesia de Dios es una distinción. Piense en cualquier ilustre personaje bíblico y encontrará que más de uno sirvió a sus semejantes.