“Cuando veo los cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?”. El Salmo ocho, en el cual se basa esta alabanza, es uno de los Salmos que más me inspiran para reconocer el amor y la presencia de Dios en mi vida. Su creación es tan hermosa, que refleja en cada cosa, el gran poder de nuestro Dios. Es algo inigualable y maravilloso el poder contemplar la grandeza del Creador en cada detalle, pues todo fue hecho con esa belleza y dedicación, la cual nos hace sentir la necesidad de decir lo grande que es su nombre en toda la tierra y el poder disfrutar de todo, pues lo puso debajo de nuestros pies, es un acto de amor innegable por parte de nuestro Padre celestial.