¿Cuánto vale tu vida?

¿Cuánto vale tu vida?


El Salmista declara: “¿por qué te abates, oh alma mía?”, y agrega: “¿por qué te conturbas en mí?”, para inmediatamente responder: “espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. ¿Cuál sería el resultado si a todo nuestro esfuerzo humano añadimos la presencia de Dios? Entonces nuestra fuerza espiritual nos dará la firmeza frente a cualquier emergencia, para finalmente poder expresar estas palabras: “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”.

En la madrugada del 24 de febrero del 2022, en todos los medios de comunicación resonó la invasión rusa hacia su país vecino. Al volver a escuchar las terribles amenazas de la guerra entre Rusia y Ucrania, y pensar que sus consecuencias rebasan las fronteras de estos países y pueden inundar naciones enteras con sus huellas de dolor, miseria y sangre.

“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino”.

Mateo 24:7


Nos impresiona en gran manera, ver el desdén con que los representantes de las naciones tratan a otros seres humanos. Quizás para los líderes mundiales, no vale nada la vida humana, en su búsqueda de dominio y poder. ¿Será que sólo cuidan su propia vida, pero la vida de otros es de poca estima para ellos? Los anhelos, esperanzas, sentimientos y todas las emociones que están estrechamente ligadas a la vida humana son cosas pueriles a las cuales habrá que renunciar contundentemente.

“Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada”.

Apocalipsis 6:4



¿Qué podemos demandar de una persona en cualquier parte en que se encuentre, cuando no entiende el valor de la vida? Difícilmente alguien podría efectivamente apreciar, estimular y valuar la vida, a menos que conozca el origen del ser humano, el propósito con el que fue creado y su destino final. Porque nadie puede valuar nada de lo relacionado con la vida sin saber, ante todo, para qué sirve, qué ha sido y qué puede llegar a ser.

Para dar una respuesta adecuada y satisfactoria necesitamos conocer la utilidad que presta cada uno de estos elementos. Luego entonces, podemos responder que se determina el valor de alguna cosa después de haberla entendido y apreciado. Tomando en cuenta esto, no podemos valor una cosa sin conocer su utilidad, mucho menos podemos fijar el valor de un ser humano sin tener conocimiento de su persona.

“Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos”.

Hechos 17:28


Siendo así, ¿qué es un ser humano y para qué fue creado? Considero que ningún ser humano podrá contestar esta pregunta, ni el científico, ni el historiador, ni el artista, ni el filósofo, ni el político puede darnos una respuesta satisfactoria. Únicamente Dios, desde que el hombre fue creado a la imagen su Creador, se entiende que fue hecho del linaje de Dios, por lo tanto, el hombre es creación de Dios, somos hijos de Dios.

“Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo”.

Romanos 8:17


¿Cuál es entonces el destino del ser humano? ¿Será acaso la extinción completa? ¿Será el final de una existencia irreal sin objeto? Nada de eso, porque su destino está trazado en las Sagradas Escrituras, el cual es llegar a ser perfecto.

“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.

Mateo 5:48


Recordemos que somos linaje de Dios, somos sus hijos e hijas, ¿no es lo más natural tener el propósito de ser como Él? Si Dios así lo quiere, entonces tenemos una posibilidad.

¿En cuánto podemos valuar a un ser humano?


Es de valía imperecedera, sobrepuja a nuestra capacidad para poder calcularlo. Pensemos simplemente en los niños, a fin de buscar un valor para el ser humano. Cuando miramos su amor, su esfuerzo, su personalidad, su compasión y lealtad; al enterarnos del significado de sus sentimientos tiernos; al ver cómo se desarrollan desde su estado de niñez hasta llegar a ser adultos en estatura, inteligencia, superación, quizás podemos tener una aproximación real de su valor. Jamás intentemos despreciar el valor del ser humano, quien es linaje de Dios y que busca la perfección en su diario vivir, merece nuestro más solicito cuidado y prudente orientación.

“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”.

Juan 17:21-23



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