Fraternalmente un cuerpo en Cristo

Fraternalmente un cuerpo en Cristo

Desde su establecimiento hasta nuestros días, la Iglesia de Dios ha sabido administrarse buscando siempre desempeñar sus labores de la mejor manera a través de la dirección misma de nuestro Dios. Es por ello que hoy analizaremos más a fondo uno de los órganos fundamentales en la organización de la Iglesia de Dios, y que cobra mayor importancia a nivel local, nos referimos a las Fraternidades. Pero antes de entrar de lleno a la definición y funciones de una fraternidad, analizaremos un poco más el por qué un concepto como el de una fraternidad desempeña un papel tan importante y por qué se adecua bastante bien dentro de la organización de nuestra Iglesia de Dios en Las Fuentes.

Viajaremos mucho tiempo atrás hasta llegar al Génesis, hasta aquel momento en el que todo comienza. Dios empieza a ordenar la tierra y una vez que las condiciones estaban dadas, se decide a formar los primeros seres vivos para que habiten en ella. Es en el día sexto de la creación cuando Dios crea al hombre a su imagen y semejanza (Génesis 1:26), sin embargo, una vez que es puesto en el huerto que Dios había preparado, al ser el único en su especie, el hombre se siente solo.

“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre”.

Génesis 2:18–19


Dios crea a los animales como compañía del hombre, y a pesar de ello, en el versículo 20 del capítulo 2 del libro del Génesis se menciona que el hombre no encontró ayuda idónea en los animales que habitaban en el huerto con él. Es debido a esto que Dios decide crea a la mujer como compañía y ayuda idónea al hombre, alguien con quien podría relacionarse de forma más amena. Son estos versículos los que nos dejan ver que desde los primeros momentos del hombre aquí en la tierra, el comportamiento sociable es una parte intrínseca de su naturaleza, y que la convivencia con seres iguales a él es fundamental para su pleno desarrollo.

Debido a este carácter social, el hombre logra entablar relaciones con las demás personas a su alrededor, y de esta manera empezar a crear sistemas de organizaciones para así lograr una mejor convivencia con su entorno. Una de estas organizaciones o estructuras son las Iglesias, creadas para poder ejercer su fe con personas que comparten las mismas creencias. Avancemos un poco más en el tiempo, y pasemos del Génesis a la época de la predicación de los apóstoles, cuando se empezaban a formar las primeras Iglesias Cristianas. Es Pablo, apóstol de Jesucristo quién escribe la mayor cantidad de cartas dirigidas a estas Iglesias, para que no perdieran el camino que Jesús había trazado antes de ascender a los cielos nuevamente.

“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.

Efesios 2:20–22


Como menciona el versículo anterior, se hace un llamado no solo a formar parte de una Iglesia como un lugar para compartir creencias, si no a ser parte de algo mucho más complejo. Somos llamados a ser parte del cuerpo del Pueblo de Dios, y una vez que somos parte de él, no basta tan solo con adorarle en nuestras casas, o el asistir a una congregación y ser parte de los cultos que se realicen en el interior de la Casa de Oración para alabar y glorificar el nombre de nuestro Dios, sino que nuestro compromiso va más allá.

“Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”.

Efesios 4:3–6


El desarrollo de los cultos que se realizan en nuestra Iglesia, especialmente los días sábados, están divididos en cuatro partes importantes y cada una de ellas nos sirve tanto para el crecimiento espiritual como para la adoración a Dios. Tenemos el culto de Recepción e Inicio de Sábado, nuestro culto de Escuela Sabática, el de Acción de Gracias, y finalmente el de Alabanza. Cada culto cumple con su propósito, y adicional a esto, es al mediodía cuando tenemos el momento de reunión de Fraternidades, tanto Varonil, Juvenil, Femenil, Adolescentes e Infantil.

En cada actividad se imparten temas distintos y de gran valor espiritual. Pero tal parece que la reunión como Fraternidad es de menor relevancia durante el día de reposo, ya que muchas veces no se le da la importancia que se merece, debido a que no sabemos para que es, o creemos que no necesitamos integrarnos, ya que se piensa que solo es para hablar de problemas entre hermanos, o para tener una convivencia alejada de las cosas espirituales, lo cual no es así.


Pero, ¿Qué es una fraternidad? Veamos a continuación, el significado de esta palabra. La palabra fraternidad deriva del latín ‘frater’, que significa hermano. Hace referencia a un parentesco entre hermanos o una hermandad. La fraternidad universal designa la buena relación entre los hombres, en donde se desarrollan los sentimientos de afecto propios de los hermanos de sangre, unión y buena correspondencia.

Una vez mencionado a grandes rasgos como es que la Iglesia funciona como un cuerpo, y dado el concepto de fraternidad, ¿Cree usted que las fraternidades son una buena herramienta para mejorar el trabajo y la organización de la Iglesia? Sin lugar a dudas podemos contestar esta pregunta de forma afirmativa, pues es indispensable contar con una buena relación entre los integrantes de nuestra Iglesia para que funcionen como un todo, y es el pertenecer a una fraternidad, lo que nos permite cumplir con estos objetivos.

“Sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo. de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.

Efesios 4:15–16


Es por ello que no solo somos personas que comparten una misma creencia, porque no solo tenemos una relación con Dios al ser llamados hijos suyos, sino que, además, entre nosotros hay una relación de hermanos también. Y es aquí donde radica principalmente la importancia de este tema. Basados en la necesidad de orientar a cada uno de nuestros congregantes como Hijos de Dios, a no dejar de congregarnos en nuestra Fraternidad, pues de hacerlo dejamos inactiva una parte de nuestra vida espiritual, y congregacional, y heredamos un mal ejemplo a futuras generaciones o incluso a nuestros nuevos congregantes.

Recordemos, que cada Fraternidad está compuesta por miembros de nuestra congregación a la cual asistimos, y ninguna fraternidad es autónoma de la misma congregación, ni de la asociación misma, pues están sujetas a un Pastor, a un Ministerio y a un Consejo directivo local, los cuales a su vez están sujetos a las autoridades eclesiásticas de la asociación religiosa a la que pertenecemos. Además, dentro de cada Fraternidad se cuenta con una directiva propia, la cual se encargará de dirigir las actividades que se desempeñen dentro de la misma. A continuación, enunciaremos algunas de las actividades que corresponde realizar dentro de las fraternidades:

1. Impulsar y crear momentos de estudios bíblicos acordes a la Doctrina que practica la Iglesia de Dios, a fin de que se conozca y se practiquen en nuestros hogares.

2. Realizar y programar cadenas de oración entre los integrantes de la Fraternidad durante la semana, asignando un responsable de este departamento.

3. Programar y realizar evaluación de visitas a almas nuevas en sus hogares o en programas de Evangelismo al aire libre, a través de un departamento responsable de estas actividades.

4. Establecer cursos de Evangelismo, primeros auxilios, talleres de lectura grupal y familiar, o bien alguna manualidad que promueva la convivencia entre hermanos, programando incluso, de ser necesario la realización de estas actividades entre semana.

5. Atención y vistas a hermanos que han dejado de asistir a las reuniones, o bien que se encuentran enfermos.



Una vez mencionado todo lo anterior, podemos concluir que el momento de la reunión de Fraternidades es de suma importancia, debido a que permite la retro alimentación doctrinal, fomenta la unidad, y también dedica un espacio para tratar particularmente las necesidades espirituales de nuestros hermanos que asisten normalmente. Permitiendo así fortalecer nuestros lazos, y mejorar la dinámica que hay dentro de nuestra Iglesia de Dios en Las Fuentes.

De esta manera, teniendo todos una misma mente y un mismo parecer, y además, operando todos en conjunto hacia una misma dirección, podremos avanzar como una sola Iglesia, como un solo cuerpo por el camino que nuestro Dios nos ha trasado. Obteniendo finalmente el premio prometido, la vida que nos ha preparado nuestro Creador cuando establezca su Reino aquí en la tierra.

“A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

Efesios 4:12–13



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