Historieta sobre el estado y resurrección de los muertos
“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.
Romanos 6:23
La vida eterna es contrastada con la muerte, la idea de un infierno que siempre arde es inseparable de la creencia popular de que todos los seres humanos tienen almas inmortales. Aunado a esto debemos entender que cuando el hombre peca en el huerto el castigo vino a ser la muerte, jamás lugares como el infierno o el paraíso (cielo).
“Y de la manera que está establecido a los hombres, que mueran una vez; y después, el juicio”.
Hebreos 9:27
No dice después cielo o infierno, pero ¿tienen las personas almas inmortales?
“Entonces el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”.
Génesis 2:7
Al ser formado del polvo, el hombre fue un ser viviente (o alma). La palabra alma ha sido traducida de la palabra hebrea nefesh, que simplemente significa una criatura que respira. En Génesis 1:20, 21, 24 la palabra nefesh fue traducida al español como ser viviente; sin embargo, la misma palabra fue vertida como alma en muchos otros pasajes; veremos algunos. Génesis 2:7 no dice que el hombre tiene un alma inmortal, sino que es un alma. Adán se convirtió en un alma — no se le dio una. Luego, casi inmediatamente, Dios le advirtió:
“Y mandó el Eterno Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.
Génesis 2:16-17
Cuando se conjugan estos versículos, revelan que los hombres son almas y que las almas pueden morir. El profeta Ezequiel escribió:
“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá. El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”.
Ezequiel 18:4,20
Acto 1
“No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación, pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos”.
Salmo 146:3-4
Cuando las personas mueren, sus pensamientos terminan inmediatamente — “en ese mismo día”. Eso es lo que dice el anterior versículo, no comparte la idea que los muertos están conscientes sufriendo en un lugar de tormento.
“Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo”.
Eclesiastés 3:19-20
Ahora veamos el Salmo 115:17: “No alabarán los muertos al Eterno, ni cuántos descienden al silencio”. La muerte implica “silencio”. El Salmo 6:5 además explica que los muertos no experimentan una memoria consciente: “Porque en la muerte no hay memoria de Ti; en el Seol, ¿quién te alabará?” vemos que no hay razonamiento, consciencia o pensamiento alguno después que sobreviene la muerte.
“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán Su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.
Juan 5:28-29
La razón por la cual no hay pensamientos conscientes y no hay memoria de Dios después de la muerte es que todos los que alguna vez han muerto actualmente están esperando una de las resurrecciones a las que Cristo se refirió. Todas las personas o bien serán resucitadas a la vida eterna o para juicio. David ya conocía esto y escribiera:
“En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza”.
Salmos 17:15
Acto 2
David entendió que la resurrección era un despertar un regreso a la vida. Job también esperaba con anhelo la resurrección a la vida.
“¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse Tu ira, que me pusieses plazo, y de mi te acordaras! Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación. Entonces llamarás, y yo te responderé”.
Job 14:13-15
En algunas versiones se encuentra mejor la traducción diciendo: “hasta que venga mi transformación”. El apóstol Pablo escribió también de una “transformación”.
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
1 Corintios 15:21,51,52,54