Viviendo una vida en Santidad
Nosotros tenemos la vocación de formar parte del Cuerpo de Cristo, el cual lo constituye la Iglesia de Dios, una institución santa que nos proporciona también la siguiente instrucción:
“Esto te escribo con esperanza que iré presto á ti: Y si no fuere tan presto, para que sepas cómo te conviene conversar en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad.”
1 Timoteo 3:14-15
Esta instrucción describe como debe ser la conducta de cada miembro de la Iglesia de Dios, tanto en su forma de vestir, de hablar, de pensar y de actuar.
“Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa, entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo;”
Filipenses 2:15
Por lo cual, vemos que esta enseñanza es una instrucción incomparable en gran manera, ya que proviene de Dios.
“Oíd, hijos, la doctrina de un padre, y estad atentos para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; no desamparéis mi ley.” Proverbios 4:1-2
“Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca. Goteará como la lluvia mi doctrina; destilará como el rocío mi razonamiento; como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba.” Deuteronomio 32:1-2
La disciplina es para todo aquel que tiene la vocación de Dios, para formar parte de su familia, el mismo Dios que en la Biblia lo describe como un Padre amoroso que desea que vivamos una vida sana, tanto en lo espiritual como en lo material y su Palabra nos ayuda a discernir entre lo bueno y lo malo.
“Hijo mío, está atento á mis palabras; inclina tu oído á mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón. Porque son vida á los que las hallan, y medicina á toda su carne.”
Proverbios 4:20-22
La Santidad no es una carga, sino un privilegio
La Palabra de Dios está llena de ejemplos de quienes hicieron lo correcto y aquellos que hicieron el mal. Estos ejemplos están allí para ayudarnos a aprender cómo es Dios y lo que Él desea de nosotros.
“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.”
1 Corintios 10:11
La Palabra de Dios es vida para los que la hayan, nos ayuda a limpiarnos para vivir en paz con nuestro Dios y con nuestros semejantes, al apartarnos del mal y de esta manera vivir en santidad. No haciendo nuestra propia voluntad, sino la voluntad de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
“Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré. ¿Quién es el hombre que desea vida, que desea muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela.”
Salmos 34:11-14
Consideremos, pues, este privilegio de tan gran vocación y procuremos ser dignos de tan grande bendición de ser llamados Hijos de Dios. Honremos al Creador del universo, redimiendo el tiempo al hacer el bien, viviendo una vida en santidad, porque esto es lo que nos conviene. Apartándonos del mundo y sus deseos, adoremos a nuestro Padre celestial en cuerpo y alma, y no tan solo de labios. Demos testimonio de buenas obras delante de Dios y de los hombres.
“Por lo demás, hermanos, que os roguemos y exhortemos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de cómo os conviene andar, y agradar á Dios, así vayáis creciendo.” 1 Tesalonicenses 4:1
“Ninguno tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo de los fieles en palabra, en conversación, en caridad, en espíritu, en fe, en limpieza.” 1 Timoteo 4:12
Resta pues perfeccionarnos en la santidad, actuando conforme a su Palabra y obrando como Dios nos ha ordenado. No siguiendo las costumbres del mundo, ya que la santidad es un requisito indispensable para ser salvos.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios: por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce á él. Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes á él, porque le veremos como él es. Y cualquiera que tiene esta esperanza en él, se purifica, como él también es limpio.”
1 Juan 3:1-3
Conclusión
La Iglesia de Dios debe marcar diferencia como hijos amados, porque eso es lo que le agrada a nuestro Padre y nos conviene. El significado bíblico de santidad proviene de la palabra “santo” que significa “apartado”, y es por esto que, la santidad se considera una característica de los Hijos de Dios, quienes se mantienen alejados y separados de todo aquello es que es impuro.
“Tus testimonios son muy firmes: La santidad conviene á tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre.”
Salmos 93:5
Hablando Dios en otro tiempo, llamó a Abram y le dijo que de él haría una nación grande y esta nación pasaría a ser su especial tesoro. Una nación santa que llegaría a hacer grandes cosas y Dios obraría en su favor si andaban en sus caminos, haciendo su voluntad, guardando sus mandamientos y viviendo en santidad.
“Guardad, pues, todos mis estatutos y todos mis derechos, y ponedlos por obra y no os vomitará la tierra, en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. Y no andéis en las prácticas de la gente que yo echaré de delante de vosotros, porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación. Empero á vosotros os he dicho: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra que fluye leche y miel. Yo Jehová vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos. Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos, para que seáis míos.” Levítico 20:22-24, 26
“Ahora pues, si diereis oído á mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás á los hijos de Israel.” Éxodo 19:5-6
Ahora en nuestro tiempo, el mismo Dios que aparto al pueblo de Israel para ser un pueblo especial, nos da la oportunidad de formar parte de su institución divina. Nos recomienda permanecer firmes y ser dignos de la vocación. Vivamos en santidad, apartados en su verdad.
“Por lo cual, teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos, con templanza, esperad perfectamente en la gracia que os es presentada cuando Jesucristo os es manifestado. Como hijos obedientes, no conformándoos con los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación, porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”
1 Pedro 1:13-16