La Iglesia de Dios y la Sana Doctrina
En muchas ocasiones se escucha el término doctrina dentro del ámbito religioso, sin embargo, ¿Sabemos que significa?, Pudiese pensarse incluso que es algo distinto a las enseñanzas bíblicas, sin embargo, como se analiza en el presente, la doctrina es precisamente el conjunto de las enseñanzas divinas a través de las Sagradas Escrituras.
¿Qué es la Sana Doctrina?
El Apóstol Pablo le encomendó a su hijo en la fe, Timoteo, “…ocúpate en leer, en exhortar, en enseñar” (1 Timoteo 4:13). Le encargaba que pusiera diligencia, dedicación y se comprometiera a enseñar a otros lo que el conocía, lo que a el le enseñó con palabras y obras su madre Eunice y su abuela Loida y adicionalmente el Apóstol Pablo. Estas enseñanzas consistían en el contenido de la Biblia, lo que en su momento estaba escrito y a su alcance. Estas enseñanzas llenas de verdad, son lo que compone la Doctrina “santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad” (Juan 17:17).
Cuando el Maestro enseñaba a las gentes, se admiraban por la forma en que les impartía doctrina, es decir, la forma en que les enseñaba, pues se dieron cuenta que no era una enseñanza como la que estaban acostumbrados a oír de los escribas y Fariseos, sino, era una enseñanza poderosa, de vida y con autoridad (Mateo 7:28-29; Marcos 1:14-22). Y como lo graba este nuestro Señor Jesucristo, el mismo lo declara, “Mi doctrina no es mía, sino de aquél que me envió.” (Juan 7:14-17).
La Sana Doctrina son obras, hechos, son acciones. No solo las palabras, son la aplicaciones de las mismas (Tito 2:1-10) Incluye el carácter, comportamiento, actitud, forma de servir de los Hijos de Dios, entre esas cuestiones el Apóstol Pablo recalco a Tito la Templanza, prudencia, fe sana, caridad, paciencia, santidad, el amor conyugal, la castidad, ser comedidos (prestos para servir), comportamiento ejemplar, integridad al enseñar la Escritura, sujeción, lealtad, la justicia y la piedad. Es decir, plusvalía entre la doctrina y la Sana Doctrina es que las enseñanzas de la Escritura y todas las enseñanzas del Señor Jesucristo estén adornadas con todas las acciones antes mencionadas.
Vivir la sana doctrina, es toda una perspectiva de vida, pero, ¿Cómo lograrla? Las obras de Dios son el diferenciador de alguien que vive la Sana Doctrina, en una ocasión la gente le pregunto al Maestro: ¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios? Y el Maestro respondió: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” (Juan 6:28-29). Por lo tanto, la llave de acceso a gozar de una Sana doctrina es primeramente Creerle al Señor Jesucristo, hacer nuestras sus enseñanzas y vivirlas.
Si hay Sana Doctrina, ¿habrá una Doctrina que no sea sana?
El mismo Apóstol Pablo le encarga a Tito, que las palabras de la Escritura las retenga, es decir, que no se le olviden, y ¿con que fin? Para poder enseñar a otros, y no solo enseñar, sino convencer, y se convence a alguien cuando lo que se dice no solo se habla sino también se vive. “Retenedor de la fiel palabra que es conforme á la doctrina: para que también pueda exhortar con sana doctrina, y convencer á los que contradijeren.” (Tito 1:9). En los versículos siguientes a este mismo pasaje bíblico, nos habla el Apóstol Pablo acerca de algunos pseudo-maestros que enseñan, pero que no enseñan verdad y mucho menos la viven, y a esos es necesario taparles la boca, pues corrompen a la grey, esa fue una tarea encargada no a cualquiera sino a Tito, un servidor del ministerio de aquella Iglesia Primitiva.
En la carta a los Colosenses 2:7, el Apóstol Pablo nos indica el método para combatir una doctrina corrompida, nos menciona que debemos estar “Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis aprendido, creciendo en ella con hacimiento de gracias.” Y el versículo siguiente nos indica el Apóstol nos habla sobre los peligros de la pseudo-doctrina “Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme á los elementos del mundo, y no según Cristo:” Pues Dios sabe que hay personas mal-intencionadas, que con fines oscuros intentaran convencer y persuadir a la grey a dejar la Sana Doctrina. Por esta causa, nuestro Dios nos insta a estar arraigados en la fe, para evitar que “Nadie os prive de vuestro premio” (Colosenses 2:18).
La escritura nos enseña a “afirmar el corazón en la gracia”, (Hebreos 13:9) lo cual implica estudiar y vivir las enseñanzas bíblicas, pues si no hacemos ambas cosas corremos el riesgo de ser “llevados de acá para allá por doctrinas diversas y extrañas”. Una de las formas de afirmar el corazón en la Gracia es poner mucha atención cuando nos enseñan las palabras de las Santas Escrituras, que nos percatemos que sea conforme a las leyes y el testimonio de lo escrito, de lo contrario es una enseñanza oscura que no viene de Dios (Isaías 8:20); es de mucho cuidado hablar de las doctrina divina, ya que si alguno desea hablar, debe a hablar “conforme a las palabras de Dios” (1 Pedro 4:11).
Y la otra forma de saber si quien nos enseña, nos está hablando palabras de la boca de Dios, es fijarnos en que guarde sus mandamientos, pues de l contrario, el tal es mentiroso. (1ª Juan 2:4). Y finalmente, corroborar que la doctrina recibida sea exactamente conforme a lo escrito en la Biblia, como lo hacían en la Iglesia primitiva los hermanos de Berea, dejándonos ejemplo de nobleza al corroborar las enseñanzas recibidas. (Hechos 17:11).
Conclusión
A fin de mantener la Sana doctrina, es necesario ser muy precavidos, abrir bien los ojos y tener los sentidos apercibidos. El Apóstol Pablo advertía de estos peligros y orientaba a Timoteo diciéndole: “Que prediques la palabra; que instes á tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende; exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando ni sufrirán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme á sus concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán á las fábulas.
Pero tú vela en todo, soporta las aflicciones, haz la obra de evangelista, cumple tu ministerio.” (Timoteo 2:4-5). También el Apóstol le advirtió “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”. Todo esto se lo hizo Saber Pablo a Timoteo sabiendo de los peligros venideros de aquellos hombres que intentarían corromper las enseñanzas divinas. Estos hombres corruptos no tiene a Dios, pues se ha extraviado y el tal no persevera en la doctrina de Cristo (2 Juan 1:9).
Y ¿Qué se debe hacer cuando nos percatamos de alguno que se comporte así? “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros” (2 Tesalonicenses 3:6). Sobre estos que causan escándalos contra la doctrina, la escritura nos enseña a apartarnos de ellos y no imitarlos o seguirlos (Romanos 16:17-18).
Por tales motivos nuestra Iglesia elige hombres idóneos para impartir las enseñanzas bíblicas, que vivan la sana doctrina (2 Timoteo 2:2). Y tu ¿de cuales deseas ser?, Paz a vosotros.