Comprometidas a servir
A lo largo de la historia bíblica hemos podido comprobar que servir a Dios es un gran privilegio y que trae una gran recompensa para todo aquel que le sirve con un ánimo voluntario y un corazón dispuesto.
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere mi padre también le honrará.”
Juan 12:26
Una de las palabras más conocidas del personaje bíblico Rut, descritas en el libro que precisamente lleva su nombre, son escuchadas siempre con más frecuencia en las bodas, a pesar de que estas palabras fueron dichas por una afligida viuda joven a su suegra Noemí.
“Y Ruth respondió: No me ruegues que te deje, y que me aparte de ti: porque donde quiera que tú fueres, iré yo; y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.”
Rut 1:16
En el momento que se dio este dialogo, Rut ya no tenía ninguna responsabilidad legal ni cultural con Noemí, quien también era viuda y no tenía medios para mantenerse. Nadie hubiera culpado a Rut por quedarse con su propio pueblo en Moab, adonde las oportunidades de volverse a casar eran mayores.
Noemí incluso apremió a Rut para que se quedara, pero Rut estaba decidida a ir con ella a Judá y a servir a su Dios. La abnegada devoción de Rut fue considerada digna de alabanza. Booz, el futuro esposo de Rut, le dijo:
“Y respondiendo Booz, díjole: Por cierto se me ha declarado todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando á tu padre y á tu madre y la tierra donde naciste, has venido á pueblo que no conociste antes. Jehová galardone tu obra, y tu remuneración sea llena por Jehová Dios de Israel, que has venido para cubrirte debajo de sus alas.”
Rut 2:11-12
Las promesas que se hacen en una boda están llenas de esperanza y significado, pero, las palabras de Rut han sobrevivido a través de los siglos, debido a su inmutable compromiso por el servicio a Dios y con una persona en necesidad. Ella nos señala el valor que tiene un sacrificio de amor hecho para el Señor, y sus ricas bendiciones para todos los que se entregan abnegadamente a los demás.
Una vida llena de amor y servicio a Dios y a los demás, es una vida que llena y trae grande galardón. Sirviendo siempre a Dios con alegría, viniendo hasta su acatamiento con regocijo. En la Iglesia de Dios se requiere de mucha ayuda para servirnos unos a otros, edificarnos unos a otros, porque servirnos unos a otros en amor, es un trabajo que dura toda la vida.
“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”
Hebreos 6:10-12